A veces llega un momento en el que una ráfaga de viento o un movimiento brusco destroza todo ese entramado de sensaciones que día a día has conseguido construir. En ese momento te siente triste, desmoralizada, como si nada mereciera la pena y piensas que nunca vas a ser capaz de construir ese castillo de cartas de nuevo. Y no solo no te sientes capaz si no que a veces ni siquiera lo deseas. No encuentras esos naipes que al unirse te hacen sentir plena.
Pero si, se reconstruyen! Es lo bueno que tienen los castillos de naipes: se pueden reconstruir una y otra vez, hacerlos mas grandes, aprender de los errores para hacerlos más firmes, más seguros, cuidarlos para que no se caigan y reforzándolos con más sonrisas.